AVENTUREROS (Jorge González)
Editorial Palloni
“No se educan hombres animosos y puros en salas estrechas con ventanas enrejadas. Denles, al contrario, la alegría de bañarse en los lagos y en los torrentes de la montaña, háganlos pasear por los ventisqueros y los campos de nieve, llévenlos a escalar las elevadas cumbres. No sólo aprenderán fácilmente lo que no les podría enseñar ningún libro, no sólo recordarán todo lo que hayan aprendido en aquellos días felices en que la voz del profesor se confundía para ellos en una misma impresión, con la visita de paisajes encantadores, sino que también se habrán encontrado frente al peligro y lo habrán enfrentado alegremente.”
La cita del geógrafo francés Elisée Reclus (1830 – 1905) describe claramente lo que significa el contacto con el ambiente para la formación del ser humano. Somos naturaleza, pero nuestra inteligencia y cultura urbana nos divorció de ella, lejos estamos ya de la vida tribal en inalcanzables horizontes vírgenes, y de las largas caminatas en busca una presa de caza, sin embargo, nuestra herencia salvaje y exploratoria está presente en nosotros, late intensamente en nuestro ser.
Existen momentos en la vida de algunas personas en los cuales, debido a las más variadas circunstancias, surge un anhelo y deseo casi incontenible de poder convertir los sueños en una meta realizable. Muchos siguen soñando con historias contadas, pero están aquellos que cruzan la barrera y se echan a andar, alejándose de la seguridad y comodidad del hogar para explorar nuevos mundos, para generar historias propias, para descubrir o redescubrir los más remotos rincones de la tierra o de la propia humanidad. Esos momentos claves, en los cuales las personas materializan sus pensamientos, marcan un antes y un después, indican la bifurcación de un camino donde se debe optar el rumbo a seguir, y la decisión tomada define al sujeto, convirtiéndolo en el producto de su elección.
Nadie nace aventurero, estos individuos ejemplares se van forjando día a día con mucho sacrificio, y, fundamentalmente, con una profunda y contagiosa convicción por la causa que persiguen, tal es el caso de Shackleton, que en 1913 publicó en los diarios británicos un anuncio con el objeto de reclutar marineros para su expedición a la Antártida, el mismo decía: “Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Mucho frío. Largos meses de completa oscuridad. Constante peligro. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito". Parecerá una locura, sin embargo recibió más de 5.000 solicitudes de personas dispuestas a sumarse a su anhelado proyecto.
Hace más de veinte años compartí por primera vez la montaña con Jorge González, allí aprendí la importancia del registro, lo observé en acción, libreta en mano escribiendo datos, haciendo croquis, volcando sensaciones, describiendo momentos y proyectando nuevos desafíos. Pude comprender gracias al ejemplo de mi amigo y maestro acerca de ese sutil equilibrio entre el intelecto y la naturaleza salvaje; entre los paisajes pensados y los paisajes posibles; ese vicio de comprometerse intelectual y sentimentalmente con un lugar soñado y el placer que significa después poder caminarlo, y más aún, transmitirlo.
No es casualidad el hecho que Jorge sienta que pudo haber sido amigo de cada uno de los aventureros sobre los que escribió, ocurre que él tiene la madera de los grandes exploradores, con muchos sueños materializados y una trayectoria deportiva y literaria original e impecable. No cuesta imaginar a Jorge dialogando vivamente sobre los archipiélagos australes con Julio Verne y James Cook; o en el interior de un refugio de montaña, dibujando una ruta con su dedo índice sobre un mapa junto a George Mallory, Hermann Buhl y Lionel Terray; ni tampoco soñando y volando con Antoine de Saint Exupery y Jorge Newbery; o en una oscura taberna medieval bebiendo cerveza y contando historias junto a Francisco de Orellana y Fernando de Magallanes. No cuesta trabajo pensar en estas escenas imaginarias porque el autor es uno de ellos.
El libro “Aventureros”, es un enjundioso obsequio que nos hace Jorge González, quien investiga y describe sintéticamente, con el rigor que lo caracteriza, aquellos momentos claves y acciones que definieron la vida de medio centenar de exploradores, que, con su ejemplo, no sólo nos legaron una rica historia y mucho conocimiento, sino también fueron y serán el motor de nuevos sueños y aventuras.
Christian Vitry
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Christian
Vitry
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HISTORIA DEL MONTAÑISMO ARGENTINO
(Jorge González) - Editorial Palloni
La
lectura de un libro siempre es una oportunidad que nos puede hacer cambiar el
rumbo de nuestro existir. Unos más, otros menos, pero todos, alguna vez
sucumbimos al hechizo de un relato o historia que nos movilizó y motivó a salir
de la ciudad en busca de una aventura soñada a la cordillera, curiosamente para
quedarnos allí. Quien cae preso del encanto de la montaña ya no regresa, el
espíritu, mente y corazón quedan para siempre en las alturas.
Un
proverbio árabe dice “libros, caminos y días dan al hombre sabiduría”; Jorge
González se encuentra en ese punto culminante de una impecable carrera
deportiva y periodística. Su caminar no sólo lo llevó a hermosos rincones de
nuestra cordillera, sino también, a escudriñar libros en cuantiosas
bibliotecas, donde supo nutrir su mente y espíritu y, por supuesto, transmitir
esas experiencias a través de sus artículos durante décadas. Su transitar por
el camino lo hizo con numerosos pioneros del montañismo, de los cuales aprendió
y consolidó su humildad y entrega.
Hoy
nos deja sobre la mesa esta “Historia del Montañismo en Argentina”, una obra
que no tiene desperdicio. Al ver el trabajo, con los datos prolijamente
ordenados, uno cobra perspectiva histórica y como consecuencia de ello, se
adquiere el sentido de finitud de nuestra vida por un lado y, por el otro, el
sentido de pertenencia. El montañismo no se desarrolla de idéntica forma en
ninguna parte, ni siquiera en el interior de nuestro país, por ello la
importancia de poder conocer las historias y motivaciones de las diferentes
generaciones.
En
este contexto, conocer la historia del montañismo nacional nos brinda una base
importante para reforzar nuestra identidad e idiosincrasia, nos otorga un punto
fijo donde anclarnos, en un momento donde la actividad comercial crece a pasos
agigantados y se corre el riesgo de perder la esencia primigenia de esta
hermosa actividad.
Jorge
asume con humildad la tremenda responsabilidad de dejar plasmado un corpus de
datos inicial, total y necesariamente perfectible, ya que, no todas las
historias fueron contadas.
Si
leer un libro puede ser una oportunidad trascendental, la lectura de éste la
potencia notablemente; es como realizar varias lecturas de numerosos autores en
uno sólo. Jorge aborda la historia a través de sus dos componentes básicos, el
tiempo y el espacio, sin embargo, va mucho más allá y matiza con ricos
condimentos que exceden al mero hecho de subir cerros. Se refiere a los
arrieros, esos personajes que siempre están presentes y de los que poco se
habla, también hace un recorrido por la literatura de montaña producida en
nuestro país, con especial empeño se dedica a los pioneros y las exploraciones
en nuestra cordillera, no deja de lado temas como la fabricación de equipos de
montaña, las polémicas y la ética, la activa participación de las mujeres, los
argentinos en el Himalaya y en otras cordilleras del mundo y un sinnúmero de
temas que convierten a esta obra en un libro de consulta permanente y
necesaria.
Con
gran alegría y satisfacción celebro esta valiosa publicación de mi amigo Jorge
González, que nos permite una vez más tener acceso a una oportunidad de soñar,
aprender y acercarnos a la montaña.
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